Anafilaxia y shock anafilático: síntomas y plan de emergencia
La anafilaxia es una reacción aguda del sistema inmunitario a sustancias que se introducen repetidamente desde el exterior. Por lo general, estas reacciones pueden extenderse a todo el organismo y variar en intensidad.
La forma más grave de esta reacción inmunitaria es el shock anafiláctico, una afección potencialmente mortal.
Reacción anafiláctica: definición, desencadenantes y factores de riesgo
Una reacción anafiláctica más o menos pronunciada se produce inmediatamente o pocos minutos después de que el sistema inmunitario entre en contacto con un alérgeno.
El resultado es una multitud de síntomas que pueden variar en su grado de gravedad. En su forma más grave, conocida por muchos como «shock anafiláctico», una reacción inmunitaria de este tipo puede incluso causar daños de por vida o ser mortal. Por eso es tan importante conocer la anafilaxia para poder reaccionar adecuadamente en caso de emergencia.
Como ya se ha mencionado, una reacción anafiláctica es desencadenada por sustancias que en realidad son completamente inocuas. En principio, puede afectar a cualquier sustancia natural o química si el sistema inmunitario la considera un factor de riesgo. El abanico es amplio y la edad de la persona afectada también desempeña un papel importante.
Por ejemplo, los niños reaccionan con más frecuencia a alimentos como los frutos secos, mientras que en los adultos son más a menudo los venenos de insectos los que provocan la anafilaxia.
Desencadenantes frecuentes de reacciones anafilácticas de un vistazo:
- Alimentos como frutos secos, pescado, soja, crustáceos y moluscos, leche de vaca, huevos de gallina, etc.
- Medicamentos como anestésicos, analgésicos o antibióticos
- Veneno de insectos (abejas, avispas, avispones, abejorros, etc.)
La gravedad de una anafilaxia depende naturalmente de la cantidad de sustancia alergénica. Además, también influyen diversos factores de riesgo.
Otros factores de riesgo:
- Consumo de alcohol
- Infecciones existentes
- Medicamentos
- Estrés físico o mental
Anafilaxia: síntomas y grados de gravedad
Una reacción anafiláctica se caracteriza por una serie de síntomas que pueden aparecer en distintas zonas del cuerpo.
Signos de anafilaxia
La reacción del sistema inmunitario afecta a casi todas las zonas del cuerpo, desde la piel y los ojos hasta los síntomas en el tracto gastrointestinal y las vías respiratorias, pasando por alteraciones en el sistema cardiovascular.
Piel y ojos
En la piel pueden aparecer grandes zonas enrojecidas. La coloración roja de la piel de la cara, también conocida como «rubor», es familiar para muchos.
Otras reacciones que pueden producirse como parte de una reacción anafiláctica son un hormigueo desagradable, picor intenso, formación de habones (urticaria) o incluso hinchazón importante, especialmente en la cara (edema), así como inflamación de los ojos.
Tracto gastrointestinal
Las reacciones del sistema inmunitario a una sustancia alergénica suelen provocar síntomas desagradables en el tracto gastrointestinal. Son de esperar náuseas, cólicos, flatulencia, vómitos y diarrea.
Vías respiratorias
Las vías respiratorias también pueden verse afectadas por una reacción anafiláctica. Puede producirse congestión nasal, secreción nasal, asma y disnea general, así como afectación de la laringe (hinchazón, ronquera).
En el peor de los casos, estos síntomas pueden incluso provocar una parada respiratoria.
Sistema cardiovascular
Los signos relacionados con el sistema cardiovascular son variados. En caso de anafilaxia, pueden aparecer síntomas leves como mareos, dolores de cabeza, sensación de debilidad o calor, así como una subida o bajada de la tensión arterial y arritmias cardiacas o incluso una parada circulatoria.
Reacción anafiláctica: clasificación en cuatro grados de gravedad
La anafilaxia puede dividirse en los grados de gravedad I-IV, aunque a veces también se describe un grado de gravedad 0 (irritación cutánea leve y limitada).
Gravedad I: reacción general leve
Aquí se producen reacciones cutáneas (rubor, picor, formación de habones), síntomas leves en las mucosas y reacciones generales como inquietud o dolores de cabeza.
Gravedad II: reacción general pronunciada
Se caracteriza por problemas masivos de estabilización circulatoria, dificultad para respirar y ganas repentinas de defecar y orinar.
Gravedad III: reacción general amenazante
Se caracteriza por una marcada pérdida de consciencia, broncoespasmo (calambres en el sistema respiratorio) y dificultad respiratoria o incluso shock.
Gravedad VI: fallo de órganos vitales
En esta fase final de la reacción anafiláctica se produce una parada respiratoria y circulatoria. El paciente debe ser reanimado inmediatamente, de lo contrario el desenlace será fatal.
Anafilaxia: diagnóstico y tratamiento
A la hora de diagnosticar una reacción anafiláctica, es importante saber si debe o puede diagnosticarse de forma inmediata (es decir, durante el estado agudo) o indirecta. La terapia se refiere al tratamiento de los síntomas agudos, en función de su gravedad.
El objetivo es siempre estabilizar la circulación y mantener abiertas las vías respiratorias.
Reacción anafiláctica: el diagnóstico
En el caso inmediato de una reacción anafiláctica grave, el diagnóstico exacto tiene una importancia secundaria, ya que el objetivo principal es estabilizar la respiración y la circulación. Si la persona afectada responde, se puede realizar una breve historia clínica.
Indirectamente, sin embargo, es útil identificar el alérgeno para evitar las reacciones anafilácticas en la medida de lo posible. Existen pruebas de alergia comunes como herramienta de diagnóstico (análisis de sangre para anticuerpos; prueba cutánea; prueba de provocación).
Tratamiento de la anafilaxia
Dependiendo de los síntomas y la gravedad, se pueden utilizar diversas terapias en caso de reacción anafiláctica. Hay que tener en cuenta que el estado de la persona afectada puede deteriorarse rápidamente, por lo que el principio terapéutico básico de estabilizar la circulación y la respiración debe seguir siendo siempre el centro de atención.
Resumen de las opciones terapéuticas:
- Reacciones cutáneas, gravedad I: antihistamínicos, orales o tópicos
- Molestias asmáticas leves: aerosol inhalatorio (glucocorticoides)
- Reacción anafiláctica grave, gravedad II, III o IV: antihistamínicos o glucocorticoides por vía intravenosa; medicación para dilatar las vías respiratorias (teofilina); inhalación con oxígeno; administración de adrenalina (en vena o muscular) para estabilizar la circulación
Anafilaxia: más vale prevenir que curar
Para evitar un alérgeno, es necesario, por supuesto, tener conciencia de ello. Por este motivo, tras una reacción anafiláctica, es esencial identificar la sustancia desencadenante (véase diagnóstico).
Si un alérgeno no puede evitarse fácilmente, es aconsejable considerar la inmunoterapia específica (hiposensibilización) para minimizar el riesgo de anafilaxia a largo plazo. Se trata de inyectar el alérgeno en pequeñas dosis para estimular el desarrollo de tolerancia. Este tipo de inmunoterapia se recomienda, por ejemplo, para las alergias al veneno de los insectos.
Además, los alérgicos al veneno de los insectos deben tener siempre a mano un botiquín de emergencia para poder reaccionar inmediatamente. Dicho kit contiene un antihistamínico oral, un glucocorticoide oral y una dosis de adrenalina para autoinyectarse en el muslo.