Cura de la intolerancia a la lactosa: ¿es posible?
Las opiniones difieren en cuanto a si una intolerancia a la lactosa existente puede curarse o no. Cabe anticipar que esta pregunta no puede responderse de forma inequívoca en todos los aspectos, por lo que debemos ver el tema más de cerca.
Cura de la intolerancia a la lactosa: curabilidad
Congénita o adquirida: ¡esa es la cuestión!
Las consideraciones sobre una posible cura siempre incluyen la cuestión de si la intolerancia a la lactosa es congénita o adquirida.
Esto no puede determinarse basándose en los síntomas o en su gravedad. Una indicación más clara la proporciona el momento en que aparecen los primeros síntomas.
Cuanto antes aparezcan los síntomas desagradables tras consumir productos que contienen lactosa, más probable es que la afección sea hereditaria. En última instancia, una prueba genética puede confirmar la sospecha.
La intolerancia a la lactosa se desarrolla a lo largo de la vida debido a una combinación de distintos factores. Otras intolerancias o enfermedades intestinales inflamatorias crónicas suelen ser los factores decisivos.
El uso prolongado de antibióticos o quimioterapia también puede tener un efecto negativo en la producción de lactasa y provocar intolerancia a la lactosa.
Intolerancia genética a la lactosa: sin perspectivas de cura
Para aclarar la cuestión de la posibilidad de curación de la intolerancia a la lactosa, es importante saber si la intolerancia a la lactosa es genética o adquirida: una intolerancia genética hace imposible la perspectiva de una cura.
Como la actividad reducida o ausente de la lactasa (véase también: Preparados de lactasa: ¿útiles para la intolerancia a la lactosa?) es hereditaria, en este caso no es posible adoptar un enfoque a largo plazo. La única opción que queda (y que da buenos resultados) es el tratamiento de la intolerancia: a base de una dieta sin lactosa. En función del límite de tolerancia personal, debe producirse una reducción de la lactosa a largo plazo.
¿Cura para la intolerancia adquirida a la lactosa?
La situación es diferente en el caso de la intolerancia adquirida a la lactosa, aunque cabe mencionar que aquí las opiniones difieren un poco.
En algunos casos, la intolerancia a la lactosa se resuelve por sí sola una vez que los factores causantes (por ejemplo, otras intolerancias, enfermedad intestinal inflamatoria crónica, etc.) se han remediado o tratado a un buen nivel.
Por lo tanto, es muy posible que, con el tratamiento correcto de las enfermedades originales, una intolerancia a la lactosa previa se convierta rápidamente en cosa del pasado. La mucosa intestinal se regenera y el organismo vuelve a ser capaz de producir lactasa suficiente para descomponer la lactosa.
Si se vuelve a tolerar la lactosa sin síntomas en una medida adecuada, es posible que los afectados consideren esta mejoría como una curación.
Sin embargo, las opiniones están divididas entre los expertos. Aunque se reconoce una reducción completa de los síntomas de la intolerancia adquirida a la lactosa, los médicos son reacios a hablar de curación en el verdadero sentido de la palabra.
Es más habitual señalar que la intolerancia a la lactosa no presenta síntomas o está inactiva. De hecho, si el problema subyacente reaparece, no es improbable que también reaparezca la intolerancia a la lactosa.
Por lo tanto, la intolerancia a la lactosa, una vez presente, se clasifica principalmente como tratable pero no curable, y la ausencia de síntomas no suele equipararse a la curación.
Otro enfoque: la intolerancia a la lactosa como normalidad
Una teoría científica igualmente extendida en lo que respecta a la posibilidad de curación de la intolerancia a la lactosa adquirida es que la intolerancia no es una enfermedad en el verdadero sentido de la palabra, sino que en cierto modo es normalidad.
La lactasa suficientemente activa es necesaria, sobre todo, en la infancia y la niñez. La producción disminuye automáticamente con la edad.
La naturaleza no pretende que se consuma leche en grandes cantidades después de estos primeros años.
Sin embargo, allí donde esto es así (principalmente en la sociedad occidental), la genética se ha adaptado. En cierto sentido, la capacidad de descomponer altas dosis de lactosa incluso en la edad adulta es inusual. La intolerancia a la lactosa, en términos de la población mundial, es en realidad la normalidad a partir de cierta edad.
Así, la cuestión de la curabilidad de una intolerancia a la lactosa adquirida se lleva, por supuesto, ad absurdum.
Conclusión
La intolerancia genética a la lactosa no se considera curable. Sin embargo, con el tratamiento adecuado (evitar o restringir los productos que contienen lactosa), se puede conseguir una relativa ausencia de síntomas.
No existe una opinión unánime sobre si la intolerancia a la lactosa adquirida puede curarse o no. No obstante, existe una tendencia, especialmente desde el punto de vista médico, a dar fe de un buen pronóstico de la intolerancia con el tratamiento adecuado (ausencia de síntomas), pero NO a hablar de curación.
Hay que admitir que los afectados, en caso de que la intolerancia remita como resultado de un tratamiento adecuado de las enfermedades primarias que han favorecido la intolerancia a la lactosa, pueden muy bien percibir la ausencia de síntomas como una curación.
Además, los expertos de la ciencia debaten hasta qué punto la intolerancia a la lactosa adquirida, en relación con la población mundial, es la normalidad y no una enfermedad. En este contexto, la cuestión de la posibilidad de curación quedaría obsoleta.